Por Isidro Maya Jariego. Universidad de Sevilla


Where I’ve Been Lately (Thomas Hawk)

Facebook, Twitter, MySpace, Econozco, Xing, Tuenti, Linkedin, Orkut, Neurona, Sclipo, hi5, Flickr… La lista es innumerable. Esto nos dice algo importante al respecto de las “redes sociales” on line. Cada sitio es un espacio de socialización por sí mismo. El usuario da de alta su perfil en una red de contactos preexistente. Es un contexto que delimita las oportunidades para la interacción y es el punto de partida para el crecimiento de la red. No obstante, vistas en su conjunto, constituyen un ecosistema de plataformas de networking.

¿Qué implicaciones tiene concebirlas como un ecosistema? Un sitio de networking ofrece, entre otras cosas, un conjunto de contactos (como una colección de tarjetas de visita). En la práctica son alternativas hasta cierto punto redundantes. Se trata de redes que se solapan parcialmente, en función del comportamiento de los usuarios y de la inter-operabilidad de las mismas. Desde el punto de vista del usuario el desarrollo de sus redes personales depende de su posicionamiento en el ecosistema. Desde el punto de vista de las plataformas, la gestión del servicio va más allá de los límites que establece su propia red. Desarrollemos brevemente estas dos perspectivas.

* Hay grandes diferencias individuales en el uso de “redes sociales”. Podemos pensar en una tipología de usuarios. Por ejemplo, hay individuos que optan prioritariamente por una plataforma de referencia. Otros combinan varias simultáneamente, a veces con un uso diferenciado de cada una de ellas. Unos pocos son muy activos, mientras que muchas personas, en cambio, se mantienen simplemente al margen de las aplicaciones para el intercambio de perfiles.

* Detrás de esta combinatoria de individuos y “redes sociales” hay patrones de relación diferenciados, en los que se ponen en juego las preferencias y las estrategias personales. Un caso paradigmático es la distribución de contactos entre plataformas. Es frecuente encontrar usuarios que hacen un uso especializado de cada sitio de networking. Por ejemplo, separando a los contactos netamente profesionales de la familia y los amigos. O bien estableciendo, de forma más o menos consciente, diferentes segmentos en función de la intensidad de la relación. Hablamos también de la tendencia a congregar o separar a los miembros de la red personal o del grado de disonancia cognitiva que el individuo está en condiciones de tolerar.

Como vemos, en el plano individual se despliegan competencias específicas para manejarse en este contexto. A veces conlleva saber dirigirse a diferentes audiencias, adaptar las estrategias de comunicación a la amplitud y las características del grupo, conocer estrategias de difusión de la información en red, modular el discurso público y privado, o cultivar la reputación mediante la acción individual y la interacción con terceros. Es necesario saber adaptarse al contexto de interacción. Enrique Dans ha proporcionado un buen ejemplo recientemente de la complejidad de estrategias que se ponen en práctica para gestionar diversas audiencias y relaciones con los sistemas de microblogging.

Por lo que respecta a las plataformas se requiere una visión amplia de la relación de los usuarios con las “redes sociales”. Un ejemplo en contrario lo proporciona la manera en la que se produce normalmente la integración de varias herramientas. La fusión de dos o más Sitios de networking no es sólo una ampliación de los recursos que se ofrecen a los usuarios a través de la acumulación de contactos. Es, de hecho, una transformación del ecosistema de redes sociales. Por ejemplo, hace dos años en mi caso personal disponía de contactos con estudiantes en Neurona y lazos profesionales débiles (conocidos) en Econozco. La adquisición consecutiva por parte de Xing de ambas plataformas se vendió como un crecimiento de la red de contactos. Sin embargo, una “fusión” de redes no necesariamente se traduce en una suma de contactos. Al contrario, pone a algunos usuarios en la tesitura de mezclar espacios sociales diferentes, o bien renunciar al tiempo invertido en el desarrollo de perfiles y la gestión de contactos en al menos una de las plataformas.

Por Isidro Maya Jariego.
Universidad de Sevilla